El concepto de Occidente de Philippe Nemo. (Alejandro Álvarez Silva)

Por su indudable valor para una salida no traumática al conflictivo panorama mundial actual dedicaré unas líneas a la sugerente obra de Philippe Nemo titulada «¿Qué es Occidente?».

No es Nemo partidario del multiculturalismo, eso es evidente.

Valora el autor positivamente a los «proyectos» que significan los Estados Unidos de América, así como la Unión Europea, pero sólo los considera «dos falsas buenas ideas». Su propuesta  es la de «una Unión Occidental que lleve al terreno de las instituciones, mediante un fórmula confederal, la semejanza cultural esencial entre Europa y Norteamérica».

En opinión de Nemo, son cinco grandes creaciones históricas quienes definen a Occidente.

La primera de ellas sería la polis griega, con su concepción de la libertad bajo la ley, la invención de la ciencia como tal y la escuela desde la generación de Aristóteles y Alejandro Magno.

La segunda la constituiría el derecho privado romano como fuente del humanismo occidental.

La tercera sería la ética y la escatología bíblicas. En palabras de Nemo: «Creo que la moral judeocristiana del amor o la compasión, al aportar una sensibilidad inédita al sufrimiento humano, un espíritu de rebeldía contra la idea de la normalidad del mal -sin equivalente en la historia anterior conocida-, dio el primer empuje a la dinámica del progreso histórico».

La cuarta es la «revolución papal» de los siglos XI y XIII (la síntesis de Atenas, Roma y Jerusalén), lo que constituía una nueva «visión del mundo»: era urgente «cristianizar el mundo a fin de que la humanidad fuera capaz de alcanzar sus objetivos éticos y escatológicos«.

Con las innovaciones teológicas, «el hombre irrumpe en la parte delantera del escenario». Se produce, entonces, una inevitable separación geográfica entre el cristianismo romano y el ortodoxo, debida a la «santificación de la razón» que suponía la adopción de la ciencia griega y el derecho romano.

Por último, la última creación histórica o acontecimiento extraordinario es «el advenimiento de las democracias liberales y democráticas». Desde  el liberalismo intelectual y el liberalismo político que supone la democracia se llega al liberalismo económico que representa la economía de mercado. Son estos tres liberalismos, para Philippe Nemo, la consecuencia de la actuación del mismo paradigma: «el pluralismo creador de orden u orden autoorganizado» (teoría de sistemas).

El autor valora muy positivamente lo que considera el aspecto universal de esta cultura occidental: la democracia liberal, la división del saber y la productividad. Su consecuencia: la sociedad de derecho y de mercado.

Philippe Nemo considera que la supervivencia de la población mundial no puede garantizarse sin una modernización global que implique un cierto grado de occidentalización, sin menoscabo del llamado diálogo de las civilizaciones. Pero para el autor, «el verdadero diálogo de civilizaciones todavía está en pañales». En sus palabras: «Para que el diálogo conduzca a algo que no sea un desencuentro no será suficiente la buena voluntad. Serán precisos, ni más ni menos, unos hombres inspirados que, parecidos a los autores de los «saltos» culturales de que hemos hablado en esta obra, forjen unos esquemas de pensamiento nuevos capaces de superar la estrechez de miras de los protagonistas haciendo justicia a la vez a la verdad profunda recibida por cada unos de ellos». Que cada uno de los participantes de este diálogo sea auténticamente él mismo. Y termina diciendo Philippe Nemo: «Es este «sí mismo» esencial de los occidentales lo que he intentado precisar en estas páginas».

Deja un comentario